3º Domingo
de Tiempo Ordinario - Ciclo C
27/01/13
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
de Tiempo Ordinario - Ciclo C
27/01/13
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Palabra del Señor
Nuestro mundo triste y encadenado, con tantos candados, necesita la liberación de Jesús. Jesús no actúa como un superhéroe sino a través de la acción del Espíritu Santo. Una acción suave y decidida, que no hace daño y concede la libertad a los pobres y oprimidos.
Claro, en la sinagoga todos tenían fijos los ojos en Jesús. Porque en Él veían no solo unas palabras, una proclamación sino la cercanía del Reino que emergía con su persona, con sus acciones, en definitiva, con su Amor. (Rf. Blogger 21rs.es/Kamiano)
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