viernes, 9 de noviembre de 2012

Carta Pastoral: Domingo 11 de Noviembre Día Nacional del Enfermo "VENDAR LAS LLAGAS DE LOS CORAZONES ROTOS" (Is 61,1)

Vendar las llagas de los corazones rotos (Is 61,1)

DÍA NACIONAL DEL ENFERMO (11 DE NOVIEMBRE)
Carta Pastoral a las comunidades
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
El 11 de noviembre es el Día Nacional del Enfermo, en el cual la Iglesia en Argentina quiere llamar la atención y despertar la conciencia de los fieles sobre la realidad del sufrimiento humano.
El lema de  este año es: "Vendar las llagas de los corazones rotos", tomado del Profeta Isaías: "¡El Espíritu del Señor está sobre mí! Porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la libertad a los presos" (Is 61,1). Y como iluminación presentamos la figura de Jesús que sostiene al herido, según la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 29-37).
Es nuestro deseo que llegue una "buena noticia" a los que sufren, en el alma o en el cuerpo, y a todos los hermanos en la fe un llamado a no pasar de largo ante el dolor del prójimo herido. En la parábola del Buen Samaritano Jesús nos enseña qué actitud tomar ante el hermano caído: no desviar la mirada, sino acercarse, interesarse, ofrecer ayuda concreta. Detenernos junto al enfermo y necesitado, no por curiosidad, sino con disponibilidad y sensibilidad, capaces de compadecernos del que sufre y ofrecer la ayuda eficaz, hasta la entrega de nosotros mismos.
De igual manera, estar cercanos a las familias que llevan la sobrecarga de familiares enfermos, ancianos, con capacidades especiales, o sufren las consecuencias de la violencia o del flagelo de las adicciones, a las que la sociedad actual olvida, saturada de relativismo y permisivismo y lejos del Sumo y Único verdadero Bien, que es Dios, abre el camino de la caridad a las nuevas generaciones.
Por eso es que no podemos permanecer indiferentes ante los cuestionamientos e incoherencias de una sociedad que camina a la deriva, porque ha perdido la brújula de la fe y los mandamientos de Dios. También la ignorancia, sobre todo religiosa, y la ausencia de valores en la vida personal, familiar y social, es una grave situación de pobreza a la que debemos atender
Queremos mirar con esperanza y positivamente el futuro. Lo podemos hacer porque Jesús camina con nosotros. Él lo dice: "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). De esta certeza "debemos sacar un nuevo impulso en la vida cristiana" y "redescubrir el camino de la fe" hacia el encuentro con Cristo."Ponernos en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud" (Porta fidei, n.2).
La riqueza de la fe
Si realmente vivimos la fe como experiencia de encuentro con Cristo, sabremos acercarnos a los hermanos que sufren, llevarles la buena noticia y "vendar las llagas de los corazones rotos", ofreciéndoles la riqueza de la fe. Tenemos, en efecto, a nuestra disposición, como un don de la misericordia y providencia de Dios, en primer lugar la Palabra de Dios, y también las medicinas de Dios, que son los sacramentos de curación. A través de ellos el amor de Cristo nos libera del pecado que nos esclaviza y enferma, y nos conforta en la debilidad corporal y espiritual.
Las medicinas de Dios
Estas "medicinas" de Dios son: el sacramento de la Confesión o Reconciliación, por el que nos reconciliamos con Dios y con la Iglesia, recobramos la paz y nos sanamos espiritualmente; el sacramento de la Unción de los Enfermos, que sana el alma y el cuerpo, ayuda a asumir la enfermedad desde la fe y prepara a esperar con serena confianza el abrazo del Padre Dios, y la Comunión, el encuentro con Jesús Eucaristía, alimento del hombre peregrino, que nos da vida.
El Papa Benedicto XVI insiste en que redescubramos la riqueza de la fe y la belleza de la vida cristiana para ofrecérselas a los hombres sedientos o heridos del mundo de hoy.
María, la Madre de Jesús, con su ejemplo e intercesión nos inspira confianza y la voluntad de  asumir el dolor, unirlo al sufrimiento de Cristo y convertirlo en signo eficaz de salvación.
Rogamos al Señor que los bendiga y guarde.
Los Obispos de la
Comisión Episcopal para la Pastoral de la Salud

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