jueves, 30 de enero de 2014

Evangelio según San Lucas 2, 22-40 - "La Presentación del Señor" -

4º Domingo
de Tiempo Ordinario - Ciclo A -
02/2/14
Lc 2, 22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor". 
También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. 
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. 
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: 
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". 
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. 
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". 
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casa en su juventud, había vivido siete años con su marido. 
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. 
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. 
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. 
Palabra del Señor     
Reflexión

Una bandera frente a la indiferencia

Jesús es bandera “discutida”, por la que muchos corazones quedarán descubiertos.
- El que vaya por la vida con violencia no querrá la bandera con el rostro del Príncipe de la Paz.
- El que piense solo en sí mismo, no podrá izar la bandera del que nos enseña a vivir “des-centrados” hacia los otros.
- El que solo tenga corazón para el poder y el dinero, no querrá que Cristo ondee en su corazón.
- El que crea que es imposible el perdón y la reconciliación, se unirá a la bandera del color gris y de la mediocridad.
- El que…
Pero hay muchos que ponen en su vida la bandera de Cristo: san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús… Y esa vecina que tenemos cerca y que se desvive por los de su alrededor. Y ese joven que dedica su tiempo del finde a jugar con los niños de la calle. Y ese sacerdote anciano que acompaña a las personas sin hogar… Y…
Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano

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