lunes, 28 de abril de 2014

Evangelio según San Lucas 24,13-36

3º Domingo 
de Tiempo de Pascua - Ciclo A
4/05/14
Lc 24, 13-36
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor
Reflexión

Quédate con nosotros

Algunos nos salen al encuentro en los momentos de dolor y de dificultad. El desaliento también nos golpea ante situaciones de enfermedad, de pérdida o de desánimo. Sentimos el golpe del Viernes Santo y nos cuesta recuperarnos.
Hay alguien que nos sale al encuentro. Y da un vuelvo nuestro corazón. Parece que ardemos de emoción, de alegría, de entender lo que nos estaba velado. Es el Resucitado, que nos sale al paso. Quizá queramos continuar en nuestras dudas, nuestro duelo, nuestras penas. Pero Él no nos deja. Con la explicación de las Escrituras y al partir el Pan nos muestra que seguirle, “comulgar” con su Palabra y su Pan es lo mejor que nos puede pasar.
Quizá nuestros corazones fríos no quieran revestirse de Primavera. El Resucitado en persona nos sale al encuentro. Solo podremos decirle: “Quédate con nosotros, porque atardece y la noche se echa encima”.
Dibu: Patxi Velasco Fano      Texto: Fernando Cordero ss.cc.      Fuente:  http://blogs.21rs.es/kamiano

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