miércoles, 2 de agosto de 2017

Evangelio según San Mateo 17, 1-9 - Fiesta "La Transfiguración del Señor" -

18º Domingo 
Tiempo Ordinario - Ciclo A
"La Transfiguración del Señor"
6/08/17
Mt 17,1-9

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. 
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo».
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: «Levántense, no tengan miedo».
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos»." 
Palabra del Señor  
Reflexión
¡Qué bien se está en Ti!
Esta semana el propio Patxi nos explica el Evangelio. ¡Qué hermoso eso de estar dentro del Padre, de su blancura, gracias al hueco que Jesús nos hace en Él! Y siempre vamos a estar en el Padre. Pero ese “estar” es también dinámico, nos lanza hacia fuera para comunicar la honda experiencia del encuentro que Jesús posibilita.
El Evangelio nos invita a subir a la montaña, hacer la experiencia y bajar “revestidos” del Padre y del Hijo, con el ímpetu, la fuerza, la garra del Espíritu. ¡Qué bien se está! Pero ese “bien” hay que desparramarlo, para que siga floreciendo, creciendo y para que nunca, nunca se apague ni se agote.
Bajemos, transmitamos la historia de amistad, de amor que tenemos con Dios. Compartamosla. Es un misterio recubierto del tesoro más grande que podemos atisbar y que nadie nos puede quitar. Nos lo quitamos nosotros mismos cuando nos quedamos pasivos y no lo compartimos.
Oigamos, al inicio del mes de agosto, la voz del Padre, escuchemos al Hijo, su Palabra hecha carne.
Dibu: Patxi Velasco Fano       Texto: Fernando Cordero ss.cc.       Fuente: http://blogs.21.es/kamiano
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