miércoles, 28 de febrero de 2018

Evangelio según San Juan 2,13-25 - "Jesús expulsa del Templo a los vendedores" -

IIIº Domingo 
Tiempo de Cuaresma - Ciclo B -
"Jesús expulsa del Templo a los vendedores"
4/3/18
Jn 2,13-25
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Reflexión
Elimina el consumo que te consume
En este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, el Evangelio de san Juan nos ha presentado a Jesús que encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas…; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo… les dijo: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Muchas veces debemos eliminar, desechar, todo aquello que nos inquieta, que nos distrae. Debemos vencer una "batalla" para no consumir lo que nos consume. Es por esto que dentro del templo se guarde un ambiente de silencio y recogimiento, El templo no es un cine, ni la Eucaristía una película, sino un encuentro con el Señor y hay que prepararse y sabe guardar respeto. Guardar silencio en el templo no es un capricho, sino una petición expresa del Señor que no debemos obviar.

Es necesario esforzarnos todos en que las iglesias,templos, sean de verdad casa de oración (…). Insistir aún más en el silencio para la oración, la escucha de la Palabra, para la adoración y la contemplación, para el recogimiento necesario, para el encuentro con Dios y consigo mismo.
Y también el Papa Francisco, ha indicado: cuando nosotros vamos a misa, quizá llegamos cinco minutos antes y empezamos a hablar con este que está a nuestro lado. Pero no es el momento de hablar: es el momento del silencio para prepararnos al diálogo. Es el momento de recogerse en el corazón para prepararse al encuentro con Jesús. ¡El silencio es muy importante! No vamos a un espectáculo, vamos al encuentro con el Señor y el silencio nos prepara y nos acompaña. (15-11-17).
Y continúa diciendo: El silencio no se reduce a la ausencia de palabras, sino a la disposición a escuchar otras voces: la de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo (…)Tal vez venimos de días de cansancio, de alegría, de dolor, y queremos decírselo al Señor, invocar su ayuda, pedir que nos esté cercano; tenemos amigos o familiares enfermos o que atraviesan pruebas difíciles; deseamos confiar a Dios el destino de la Iglesia y del mundo (10-1-18).
Si no guardamos y hacemos guardar el silencio en el templo, éste no será una casa de oración y no podremos hablar a Dios de lo que nos importa, de lo que nos preocupa; y necesitamos hacerlo; y tampoco nos habremos preparado para escuchar a Dios, algo que también necesitamos. Por eso sigue diciendo el Papa Francisco: Es necesario estar en silencio y escuchar la Palabra de Dios. ¡Necesitamos escucharlo! Es de hecho una cuestión de vida, como recuerda la fuerte expresión que «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4, 4). Cuando se lee la Palabra de Dios debemos escuchar, abrir el corazón, porque es Dios mismo que nos habla y no pensar en otras cosas o hablar de otras cosas. ¿Entendido? (31-1-18).

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