martes, 11 de junio de 2013

Evangelio según San Lucas 7, 36 ss; 8, 1-3

11º Domingo
de Tiempo de Ordinario - Ciclo C
16/06/13
Lc 7, 36 ss;8, 1-3

jesus-averias-fano
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. 
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. 
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!" 
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!, respondió él. 
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?". 
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". 
Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre   mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. 
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. 
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. 
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". 
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". 
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". 
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz". 
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes. 
                                                                                                                               Palabra del Señor

Jesús viene a arreglar nuestras averías

Jesús viene a arreglar nuestras averías. Pero para ir al mecánico, al médico, al sacerdote, al hermano, hemos de reconocer que algo le ha pasado a nuestro coche.
La mujer del Evangelio se acerca a Jesús, porque sabe cómo está, cuál es su situación, su limitación, su historia, su pecado. Se vuelca en Él, que es fuente de perdón y de misericordia.
Solo Jesús puede dar el perdón y la alegría, ante la frágil carrocería de nuestra humanidad. Abrámonos a su acción, a la acción del Espíritu, para que el vehículo de nuestra vida pueda circular con su dignidad de hijo de Dios y hermano de un mundo a veces demasiado accidentado y triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario