martes, 9 de febrero de 2016

Evangelio según San Lucas 4,1-13 - "Las tentaciones de Jesús en el desierto"

I Domingo
de Cuaresma - Ciclo C
"Las tentaciones de Jesús en el desierto"
14/02/16
Lc 4,1-13
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Reflexión
Morder el polvo del desierto
En el camino de la subida al Monte de la Misericordia, que nos propone Patxi V. Fano, comenzamos el primer domingo cuaresmal pisando fuerte, con un evangelio que despierta nuestros posibles letargos y nos pone en clave de conversión, renovación y búsqueda de la voluntad de Dios, en medio del desierto que, en muchas ocasiones, nos ofrece la propia vida y que es un lugar necesario en la experiencia espiritual... 
A lo largo de la vida existen muchas formas de ser llevados al desierto por el Espíritu, como lo fue Jesús: una enfermedad larga o agresiva, la soledad, una depresión, una ruptura familiar o una situación laboral difícil que amenaza la seguridad económica, acompañar el dolor insoportable de ver sufrir a quienes amamos, una muerte por accidente que nos conmueve hondamente, el desarraigo de la tierra natal propio de los emigrantes, la impotencia ante la injusticia. Para otros será un drama interior: el dominio de las adicciones, la sensación de que todo aquello por lo que apostamos se viene abajo, el olvido de personas que son importantes para nosotros. Y tantas otras maneras de emprender la travesía en el desierto. No tenemos más remedio, hemos de recorrerlo ligeros de equipaje. No es el final del camino sino una etapa que hemos de transitar, porque no estamos hechos para instalarnos en la angustia y el sufrimiento.
... Nuestro ir al desierto no puede olvidar la solidaridad con los que se hallan enclavados permanentemente en él, como condenados a estar forzados por el castigo cruel y rutinario.
... Jesús pudo sortear esas pruebas del desierto y lo hizo porque tenía muy clara cuál era su meta: amar. Quien ama se ríe de las tentaciones, porque está en otra onda. El que vence la tentación se ve rodeado de la alegría rebosante del corazón que siente que su vida es “de” y “para” Dios. La cuaresma es un tiempo de pruebas y de gracia.
Jesús nos da señales de sobra con su actuar, en consonancia con su misión de hacer presente el reinado de Dios. Nos muestra un camino de liberación parecido al que un mudo puede experimentar cuando recupera la voz. El que se expresa tras un tiempo de privación se siente una persona completamente nueva y reintegrada en la comunicación con su entorno. Sin embargo, a pesar de todos estos signos, siempre surgen los “peros” a la acción del Señor. La incredulidad, la falta de radicalidad, la indiferencia, el compromiso “líquido” o “light” nos llevan al conflicto y a la división existencial. Por un lado, Jesús nos fascina, por otro, tratamos de reducir los efectos de su influencia con el relativismo o con la rebaja de nuestro compromiso. La cuaresma es tiempo para afrontar la lucha de nuestro interior, para que no quedemos contaminados por el mal y nos adhiramos a la seducción de Jesús.
Dibus: Patxi Fano             Texto: Fernando Cordero ss.cc.            Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano

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