Comentarios de Patxi Loidi
El evangelio del domingo pasado nos mostraba el peligro del dinero y la riqueza. El de hoy tiene tres enseñanzas:
· el desprendimiento económico
· la fidelidad a nuestras obligaciones como siervos de Dios
· la buena administración de los bienes de Jesús, tanto en el mundo como en la Iglesia.
El desprendimiento económico es uno de los grandes valores evangélicos: Jesús nos invita abiertamente a la pobreza digna –que no es la miseria-, por libertad y por solidaridad con los necesitados.
En la segunda y tercera enseñanza, hay comparaciones de amos y siervos, propias de aquella cultura. Son sólo comparaciones: no olvidemos que no somos siervos sino hijas e hijos de Dios.
Estas enseñanzas sugieren la idea central del evangelio: que somos continuadores de la obra de Jesús y responsables de su causa.
Muchos piensan que la vida cristiana consiste en cumplir los mandamientos y salvarse, incluso santificarse. Pero el verdadero cristiano del evangelio es el que, después de convertirse al Señor, se hace cargo de la obra que él empezó, para continuarla y desarrollarla.
Jesús nos invita a la vigilancia con varias imágenes y comparaciones: cintura ceñida o ropa de trabajo, lámpara encendida, despiertos, esperando al amo, el ladrón, etc. La invitación a la vigilancia y la responsabilidad, contenida en esas comparaciones, va en la línea de proseguir la causa de Jesús, que es el Reino de Dios: o sea, la fe, la solidaridad, la justicia, el amor, con la “opción preferencial por los pobres”.
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