lunes, 7 de octubre de 2013

Evangelio según San Lucas 17,11-19

28º Domingo
de Tiempo Ordinario - Ciclo C -
13/10/13
Lc 17,11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pesaba a través de Samaría y Galilea. 
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". 
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. 
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. 
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". 
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado". 
Palabra del Señor     
Reflexión

El abrazo de Jesús  Lc 17,11-19

Jesús nos abraza continuamente, nos cura, nos integra nuevamente en la comunidad, nos regala su amistad. Y, a veces, podemos creernos que nos merecemos ese abrazo, que entra dentro de lo previsible. Nos creemos tan buenos, tan creyentes, tan…
Solo uno de los diez enfermos de lepra sanados fue capaz de volverse a alabar a Dios por el don de la curación. Solo un corazón creyente, agradecido contempla el rostro de Jesús, ¿y el resto? El resto se pierde la contemplación del rostro del Amor.
Jesús nos abraza. No le demos la espalda con nuestra autosuficiencia. Sin Él no somos nada.
En esta semana demos gracias a Dios por los mártires que van a ser beatificados ... Ellos nos muestran que ser creyente es ser testigo del Amor de Dios, de ese Dios que abraza, aunque no nos demos cuenta.         Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano

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