El Papa Inocencio II (1130 – 1143), a principios del siglo XIII, fue el que le “añadió significado simbólico” a esta práctica existente pero que en aquel entonces no tenía ningún “sentido propio”.
Finalmente, el Papa Pío V (1566 – 1572), le otorga “un uso temporal específico”, formalizando el uso de seis colores:
Blanco – “Para el tiempo de Pascua y Navidad, para las fiestas del Señor, de María, de los ángeles y de los santos no mártires”, también para la impartición del sacramento del Bautismo, Comunión, Matrimonio y el Orden Sacerdotal.Simboliza “luz, lo divino, gozo, pureza, gloria, gracia”.
Rojo – “Para el Domingo de Ramos, las fiestas del Espíritu Santo, de los apóstoles (excepto la de San Juan el 27 de diciembre),… de los mártires y evangelistas”, Viernes Santo, y la fiesta de la Santa Cruz. Simboliza “martirio, amor”.
Verde – “Para el tiempo [ordinario] durante el año (períodos después de la Epifanía y de Pentecostés)”. Simboliza “esperanza”.
Morado – “Para la Cuaresma, el Adviento, días penitenciales y [de] difuntos”, para el sacramento de la Penitencia y la Unción de los Enfermos. Simboliza “penitencia”.
Negro – “Para las exequias y misas de difuntos”. Simboliza “luto”. Este se puede sustituir por el morado.
Rosa – “Para algunos domingos (Gaudete – tercero del Adviento; Laetare – cuarto de Cuaresma) y algunas fiestas especiales de la Virgen María.”
Otros colores que se pueden llegar a utilizar son el dorado, “que sustituye a los demás, a excepción del violeta”, aunque lo más común es que se utilice en lugar del blanco
El uso de estos colores es una ayuda visual magnífica que nos invita a entrar al misterio que se está celebrando.
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