martes, 25 de agosto de 2015

Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23 - "Sobre la tradición y la verdadera pureza" -

22º Domingo 
de Tiempo Ordinario - Ciclo B
"Sobre la tradición y la verdadera pureza"
30/08/15
Mc 7,1-8.14-15.21-23
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?».
El les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».
Palabra del Señor  
Reflexión
Lava nuestras manos en tu Amor

No andemos como los fariseos viviendo desde fuera, con prácticas que se quedan en lo externo y no renuevan nuestro interior. El único que puede lavar de verdad nuestra falta de amor, de pasión, de sentido, de entrega es el Señor. Él transformará la suciedad con el chorro de su inagotable Amor.

El agua de su Amor es la que limpia de verdad, la que nos renueva y nos hace saltar. Él nos va a convertir en trigo, regado con la novedad de su Evangelio. Trigo que sabe a pan, a donación y a Eucaristía.
Acerquémonos al Corazón de Jesús, de donde brota la Vida y el agua que fecunda nuestros corazones.

Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano

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