martes, 8 de septiembre de 2015

Evangelio según San Marcos 8, 27-35 - "Condiciones para seguir a Jesús" -

24º Domingo 
de Tiempo Ordinario - Ciclo B
"Condiciones para seguir a Jesús "
13/09/15
Mc 8, 27-35

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?.
Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas».
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías».
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
Palabra del Señor   
Reflexión
Un final feliz
Mucha gente pensaba que Jesús era un profeta o alguien especial con una misión divina. El que más se aproxima es Pedro, que lo reconoce como Mesías. Había dado en el clavo, pero de todas formas tampoco tenía muy claro un mesianismo con notas de mucho padecimiento, condena y ejecución. Jesús se autoidentifica como el “Hijo del hombre”, un término ya usado en el Antiguo Testamento que recoge dos rasgos en contraste: exaltación y humillación, poder y debilidad. El “mesías-héroe” que anhelaban no correspondía con la humillación y la debilidad, sí con la exaltación y el poder. Como le sucedió a Pedro a todos nos cuesta que se desbaraten nuestros sueños e ilusiones. Nos hacemos pronto la idea del final feliz y sin complicaciones. Sin embargo, hemos de entender que Jesús es también mesías en el sufrimiento y en el dolor, mostrándonos así la sabiduría de la cruz.
Cuidemos nuestra oración, para que no nos dejemos llevar por los sueños sin tener en cuenta la Palabra y la misión que Jesús nos encomienda.
Fuente: http://blogs.21rs.es/kamiano  

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