domingo, 16 de septiembre de 2012

REFLEXIÓN del Evangelio del 24º Domingo Ciclo B

     Todo sucede “por el camino”, en la vida diaria. Jesús toma la iniciativa y pregunta por la idea que tienen de él quienes le ven y le oyen. Los discípulos acaban de regresar de su tarea evangelizadora. La cuestión también es: ¿qué testimonio han dado de mí?

     Según la respuesta, las personas vinculan a Jesús a la línea profética. Ninguna mención a un pretendido mesianismo político y poderoso.  Para la gente, Jesús está dentro de la tradición profética. Es una percepción interesante.

     La segunda pregunta es verdaderamente fundamental, ahora Jesús se dirige a cada uno de nosotros. Ya no se trata de saber cosas acerca de Él, sino de saber quién es Él.

     Jesús es Camino seguro, Verdad auténtica, Vida verdadera. Es la persona que muestra cómo es nuestro Dios, Padre/Madre lleno de ternura, quien enseña a verlo en todas las personas, en todas las cosas, en todas las circunstancias. Es quien ofrece un nuevo estilo de vida, que supone alegría e ilusión de vivir, libertad, solidaridad, cercanía compasiva hacia todas las personas...

     Pedro contesta correctamente, pero su idea de mesianismo, político, poderoso y  triunfador,  no coincide con la de Jesús, ni con lo que piensa Jesús de sí mismo ni con lo que Dios quiere.
         Una de las tentaciones que siempre han tenido los seres humanos es la de tratar
de acaparar y apropiarse del poder de Dios, intentar marcarle la ruta.

    El primer anuncio de la pasión y resurrección supone para los discípulos una enseñanza nueva. Jesús "empieza" a enseñarles la verdadera naturaleza de su mesianismo.
     Además de unirnos a su misión, Jesús nos incorpora también a su destino. No  caminamos hacia la muerte definitiva, sino hacia la plenitud de la vida; como Él.


     Pedro intenta “hacer razonar” a Jesús, llevarle por otros caminos. Jesús le invita a ponerse detrás de él, a adoptar la actitud del discípulo que sigue a su maestro.
     Hay una manera humana de concebir la religión y la vida y hay una Palabra que provoca nuevas actitudes, una nueva forma de vivir.

    En el camino hacia el Padre nadie precede a Jesús. Él va delante para que le sigamos.
    Jesús pone el seguimiento al alcance de toda persona que desee abrazarlo.
    Nos invita a renunciar a todo lo que nos impide ser libres y felices. La recomendación de Jesús siempre es el camino hacia la verdadera felicidad, la que nace de dentro y no depende de cómo nos salgan las cosas. Vivir con él y como él supone una vida más auténtica, más libre y más feliz.

       “Salvar la vida” es ceder a la tentación de instalarse en el sistema.  “Perder la vida”, afirmarla en su verdadero sentido: la vida como don, como entrega. Es como si nos dijera: “A quien venga conmigo voy a llevarle a la ganancia por el “extraño” camino de la pérdida, que es el camino mío y no conozco otro.
         La única condición que pongo es estar dispuesto a fiar en mí y en mi manera de salvar su vida, que sea capaz de confiármela, como yo la confío a Aquél de quien la recibo.

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